JM Coach

Virus y evolución

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imagen de un ser humano luchando contra un virus

 

En esta ocasión, dado que la alarma del coronavirus ha tocado todos los pilares de la sociedad, la familia y la empresa, voy a pronunciarme en un tema un tanto controvertido: los virus. Parece ser que no hay forma de que los medios de comunicación suelten el hueso y dejen de inyectar incertidumbre y miedo, una y otra vez. Así que, no es de extrañar el aumento de problemas psicoemocionales y suicidios.

A mi pesar, no he podido evitar hablar con algunos de mis clientes del tema virus, sobre todo por la presión social negativa que a algunos les empezaba a afectar.

Los datos de los noticiarios para masas son alarmantes si no se discrimina un poco. Es decir, si juntas en un mismo balance personas de todas las edades, personas sanas y personas medicadas por patologías, todo queda muy confuso.

Por lo que parece, las personas afectadas, en general, son personas que ya arrastraban otros problemas de salud.

 A las personas fallecidas o que se les ha complicado más su proceso de mantener la salud, es porque arrastran conflictos de salud sin solucionar. De hecho, la gran mayoría de los fallecidos han sido los clientes de la Seguridad Social.  Personas con 2, 3 o más diagnósticos médicos y tratados desde hace años con medicamentos. Y esto, evidentemente, ha recaído mayoritariamente en personas mayores con diversos tipos de trastornos.

Quizás, para saber realmente el nivel más ecuánime de agresividad o inafectación de este virus, habría que tener por lo mínimo dos balances: uno el de las personas que arrastran enfermedades y otra de personas sanas sin medicar.

De hecho, hice una pequeña estadística preguntándole a algunos clientes cuántas personas habían cogido el virus en su empresa y si había habido algún fallecido.  El resultado fue que, de los infectados, la mayoría ni siquiera sabía que lo tenían pues no daban síntomas.  Para unos pocos fue como una pequeña gripe sin complicaciones, así que estuvieron en casa unos días hasta que a los 15 días volvieron a la empresa. Muy pocos tuvieron que ser hospitalizados (solamente tengo noticias de tres). Para que los que me habían dado esta información se quedasen tranquilos les dije: entérate si están tomando algún tipo de medicación para algún tipo de patología médica.  Y, efectivamente, todos estaban tomando desde hace unos años algún tipo de medicación. Personas fallecidas, ninguna. El único dato de fallecimiento que me dieron fue el del padre compañero del amigo de un conocido el cual tenía un trasplante de hígado. Personalmente, no he conocido a ninguna persona fallecida a causa de este virus. Directamente solo he conocido una clienta que trabaja en un hospital y que estuvo un par de días con fiebre en casa (una semana más tardes le hicieron unas pruebas y fue cuando se lo detectaron) y ni su madre con 85 años, sus hijos o su marido tuvieron el más mínimo síntoma.  Hay que recalcar que esto es algo que se ha visto mucho:  que un miembro de la familia tenga el virus y el resto de miembros ni se  ha inmutado. De hecho, para la mayoría ha sido así.

 

¿Qué son los microorganismos?

Lo primero que tenemos que entender de los microorganismos es que nuestro cuerpo está plagado de ellos: bacterias, virus, hongos. Por lo general, la mayoría de las bacterias son buenas, incluso también hay virus beneficiosos que conviven en nuestro interior. De hecho, sin estos microorganismos no podríamos sobrevivir.

Por otro lado, a nivel cotidiano, estamos continuamente en contacto con microorganismos, virus y bacterias. Los ambientes y las personas con las que nos relacionamos tienen sus propios microorganismos. Nuestro sistema defensivo está plagado de microorganismos que continuamente están adaptándose a las situaciones del entorno y generando defensas como si fueran pequeñas autovacunas.

A lo largo de su historia, la especie ha sobrevivido a innumerables plagas y su sistema inmune se ha fortalecido frente a virus y bacterias. Estas defensas se han transmitido de padres a hijos y se ha ido desarrollando un sistema inmunológico que nos  ha permitido adaptarnos a los distintos climas y hábitats naturales. Cuando nuestro sistema inmunitario esta disminuido, es decir, cuando las defensas están bajas, es cuando podemos contraer un resfriado, una reacción alérgica o una enfermedad o complicar las que ya tenemos. 

La clave estaría pues en  cómo fortalecer el sistema inmunológico.

 

¿Puede un virus atacar a cualquiera?

La mayoría de los que estáis leyendo este artículo conoceréis el nombre de Pasteur, pero quizás el de Béchamp no os suene. Béchamp y Pasteur fueron contemporáneos.

Antoine Béchamp fue un profesor, maestro e investigador muy conocido y respetado. Fue un miembro activo de la Academia de Ciencias de Francia. También publicó muchos artículos, todos los cuales todavía existen y están disponibles. Béchamp afirmo que la enfermedad causa gérmenes; en contradicción con Pasteur, que mantenía que los gérmenes causan enfermedad.

Entre otras muchas cosas dijo:

“Estos microorganismos (gérmenes) se alimentan del material venenoso que encuentran en el organismo enfermo y lo preparan para su excreción. Estos pequeños organismos se derivan de organismos aún más pequeños llamados microzimas. Estas microzimas están presentes en los tejidos y en la sangre de todos los organismos vivos donde permanecen normalmente inactivos . Cuando el bienestar del cuerpo humano se ve amenazado por la presencia de material potencialmente dañino, se produce una transmutación. La microzima se transforma en una bacteria o virus que inmediatamente se pone a trabajar para eliminar el cuerpo de este material dañino. Cuando las bacterias o los virus han completado su tarea de consumir el material dañino, automáticamente vuelven a la etapa de microzimas”.

 

Béchamp demostró que los microbios no eran la causa de las enfermedades sino el terreno. Fue quien expuso por primera vez la frase “el microbio no es nada… el campo, o sea el estado del organismo, lo es todo”. Lo del terreno significa que los gérmenes buscan su hábitat natural, tejido enfermo, para hacer su función de limpieza, pero no son la causa. Por ejemplo:  los mosquitos buscan el agua estancada, pero no son los causantes del aguan estancada. O los microbios del moho crecen en lugares húmedos y sombreados, pero no es el moho el que genera la humedad y la sombra. Béchamp afirmó que la enfermedad empieza dentro de nosotros y por causa nuestra al desequilibrarse el ácido/base de nuestras células y no por bacterias externas que nos ataquen.

 Resumiendo lo que dice es que estos microorganismos son una especie de carroñeros, que aparecen para reciclar los desperdicios y que son el resultado y no la causa de la enfermedad.

Lo curioso de todo esto es que, habiendo hecho descubrimientos fascinantes, se prefirió seguir el trabajo de Pasteur. No digo que Pasteur no tuviera su lugar en la historia, pero dejar a Béchamp casi en el olvido, resulta sospechoso y muy beneficioso para la emergente industria farmaceuta. La ciencia se volcó en Pasteur y sus ideas, pero poco antes de morir, Pasteur reconoció, en su famosa frase: “Claude Bernard tenía razón: el agente no es nada. El terreno lo es todo”.

 

Desde el punto de vista de que, en un mismo espacio, unas personas cogen virus y otras no, la teoría de que “le puede pasar a cualquiera” tiene fallos.  Y puesto que es evidente que unas personas se han contagiado y otras no, esto indica que el virus escoge un ambiente o terreno afín a sus necesidades.

Lo más importante a tener en cuenta es que las personas sanas no enferman. Y solo cuando un ser humano rebasa los límites de su sistema defensivo aparecen los virus que acaban con los excesos a modo de limpieza y autorregulación.

 

En realidad, las medidas de prevención e higiene han contribuido, mucho más que cualquier vacuna. Hemos mejorado también nuestra alimentación, incluso se reconocen los beneficios de un ejercicio físico adecuado, pero hay algo en lo que aún se incide muy poco:  la higiene mental y las tensiones emocionales.

 

Cuando mi compañera y yo comenzamos a trabajar juntos, nos dimos cuenta de que cuando las personas se posicionaban mentalmente en la dirección adecuada, se les daba recursos y resolvían sus conflictos emocionales, los problemas análogos en el plano físico desaparecían.  Me refiero a problemas de alergia, dolores en alguna zona del cuerpo, problemas renales, infecciones periódicas de algún tipo, etc.… (Importante a destacar que cualquier tipo de problema o infección lleva aparejado algún tipo de microorganismo). Lo curioso de esto es que inicialmente en ningún momento la persona nos había hablado de estos problemas físicos, era después de un tiempo en consulta cuando la persona un poco sorprendía nos decía: mira yo tenía esto o me pasaba esto otro, y desde que estoy en la consulta ha desaparecido.

Nos dimos cuenta de que las personas que abordaban su problemas cotidianos o conflictos psicoemocionales, de forma automática, mejoraban su estado de salud física.  Pero  las personas centradas en la somatización del cuerpo que rehuían hacer un proceso de desarrollo personal eran mucho más complicadas y además con peores resultados. Es decir, centrarse en el plano mental y emocional regenera el cuerpo, pero los que sólo se centran en el cuerpo perpetúan el problema.

Es de vital importancia tener una mente sana y bien posicionada, pues las tensiones mentales y emocionales inciden en la salud del cuerpo.

 

En las primeras semanas de confinamiento tuve que atender por Skype a un par de clientes.  Se sentían ansiosos, nerviosos y con cierto temor. Curiosamente, estas dos personas estaban sobre los 40 años y no tomaban ningún tipo de medicación. No eran personas de riesgo y estaban perfectamente sanas. El problema era que estaban viendo a diario las noticias sobre el virus, y sintonizándose con el continuo mantra que han ido repitiendo durante meses “contagio, pandemia, muerte… contagio pandemia muerte” y todo esto estaba mermando su estado de ánimo.

De hecho, la recomendación que he hecho, desde el primer momento, ha sido “no os contaminéis” no veáis las noticias, no habléis del virus, hablar de ello va a engordar más el problema en negativo sin dar ninguna solución positiva. Y además las personas, sin querer, van a utilizarlo para sacar sus incertidumbres personales, su miedo inconsciente o su miedo a la muerte. Lo que, sin darse cuenta, los va a acercar más a aquello que quieren evitar.

 

¿Cómo protegerse de los virus?

Al margen de lo ya expuesto, podemos hacer un paralelismo con los antivirus que ponemos a nuestro ordenador.

Un antivirus funciona básicamente como un filtro entre el ordenador y el resto del mundo digital, como lo es el internet o los periféricos de entrada y salida  (los que utiliza el ordenador tanto para mandar como para recibir información).  Básicamente lo que hace es discriminar la información que llega hasta tu ordenador y actualizar continuamente tu programa. Optimiza el sistema eliminando las memorias innecesarias y también borra los archivos basura que se encuentran en él.

 

ANTE EL MIEDO A UN VIRUS NOS TENEMOS QUE HACER 3 PREGUNTAS BÁSICAS

 

  1. ¿Cómo cuidamos nuestra mente?

Para cuidar nuestro sistema inmune hay también que prestar atención a nuestro sistema nervioso. ¿A quién escuchamos? ¿A quién damos nuestra confianza?. Todo lo que escucha la mente (sin filtro) se alinea y te posiciona en esa dirección. Si lo que estas escuchando es erróneo ya tienes un virus (por ejemplo, un rumor es un virus). Pero si además lo que dicen te genera incertidumbre o miedo, esto te va a generar estrés y el estrés activa al sistema nervioso y este a su vez influye sobre el sistema inmune a través de la producción de hormonas y neurotransmisores.

  1. ¿Qué creencias tenemos? El efecto placebo y nocebo.

Es importante saber en qué cosas creemos y en que se basan esas creencias. Seguro que habrás oído hablar del efecto placebo y la historia de Wright.

El placebo revela como el poder de la mente puede curar, pero este poder también tiene el lado opuesto, lo que se conoce como efecto nocebo y como una creencia negativa se puede hacer también realidad.

En la historia siempre ha habido referencias del poder de la sugestión mental en ambos sentidos. Un ejemplo del nocebo es el caso que comentó Erich Menninger Von Lerchenthal médico vienés del siglo XVIII el cual describe una broma pesada que los estudiantes en su facultad de medicina le hicieron a un asistente que no les agradaba.  »Tras saltarle encima le dijeron que sería decapitado. Lo vendaron, le bajaron la cabeza y se la pusieron en el patíbulo. Luego, le dejaron caer un trapo mojado en su cuello. Convencido de que era el roce de una cuchilla de acero, el pobre hombre «murió en el acto».

Si tu miedo y creencias negativas son lo suficientemente fuertes, el resultado puede ser letal.

Durante esta paranoia del virus, me han sucedido algunas cosas muy curiosas, como por ejemplo, cuando un día camino del trabajo, al girar una esquina a unos 5 metros, dos ancianos venían en mí misma dirección, pero en sentido contrario, uno de ellos me miro y al ver que no llevaba mascarilla, automáticamente se puso a temblar sin poder moverse de sitio. Cuando me miró no vio a una persona sana, solo observó que no llevaba mascarilla y su percepción del miedo se apodero del él.

 

Hay que cuidarse de las personas alarmistas. Como el hechizo de un brujo, sus palabras podrían estar propagando plagas modernas.  

 

  1. Cuál es nuestro nivel de introspección y equilibrio emocional.

Al margen de cuidar nuestro sistema nervioso y cuestionar nuestras creencias, hay un último factor vital para nuestra salud, posiblemente el más importante de todos y está relacionado con nuestras emociones y nuestra motivación para vivir la vida.

Hace unos años leí  «El hombre en busca de sentido» escrito por Viktor Frankl (psiquiatra austriaco). El autor fue capturado por los nazis y de 1942 a 1945 estuvo en cuatro campos de concentración, incluyendo Auschwitz, y narra cómo era la dura vida cotidiana en los campos de concentración, donde estuvo prisionero varios años.  Narró como en condiciones terribles, con falta de alimento, con frío, casi sin fuerzas y en unas condiciones físicas deplorables sobrevivían día a día.

“… personas fuertes y sanas corporalmente muchas veces eran los primeros en caer (fallecer)…los que más aguantaban eran aquellos que tenían una motivación, un ideal, una esperanza para poder sobrellevar aquella vida…

Uno de los ejemplos que comparte, es el de “…un compañero que había soñado que en navidad serían liberados, pero cuando llego ese día y vio que aún estaban prisioneros, la persona empezó a languidecer y poco después murió de fiebres (virus), aunque sé que fue su falta de esperanza lo que finalmente la causo la muerte…”.

Su trabajo como terapeuta para ayudar a sus pacientes, se centra en el sentido de la existencia de la persona y la búsqueda de dicho sentido como respuesta ineludible por parte de cada persona. Él sabía la importancia que tenía esta cuestión en la vida de cada ser humano, la importancia de la introspección, de conocerse a sí mismo y tener algo más allá por lo que vivir.

Y esta, es una cuestión clave:

¿Qué sentido tiene tu vida?, ¿Qué te motiva a vivir? ¿Qué ideas, valores y fuerza interna te guían cada día? ¿Cómo ves tu futuro en los próximos 3 años? ¿Qué estás aportando al mundo? ¿Cuál es el motivo por el que te levantas cada mañana? ¿Estás haciendo lo que realmente sientes que quieres hacer?

Todos los problemas autoinmunes necesitan una dosis elevada de autodescubrimiento y coherencia personal.

 

 

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